La Bibliolancha prendió su motor y recorrió el Arroyo Paycarabí, en el partido de San Fernando, para prestarles libros a varias familias y brindar propuestas de teatro con sombras. Allí, entre las islas del Delta, en la Zona Norte de la Provincia de Buenos Aires, este proyecto recorre las vertientes del Río Paraná hace 12 años, transportando cultura en un sector que a veces puede padecer la incomunicación.
«Es la herramienta que nos permite acercarnos más a las necesidades de un territorio en donde el transporte público no está pensado para recorrer las islas, sino para ir y venir a la ciudad», comenta una de sus referentes, Guillermina Weil. Esta zona húmeda, de abundante vegetación, mala conexión a internet y frecuentes cortes del suministro eléctrico, tiene otra particularidad: las calles, son arroyos, y las avenidas, son ríos, por momentos con tránsito intenso. Cuando la marea está baja, el traslado puede ser toda una aventura, y quien no tenga su propia embarcación, debe utilizar el colectivo flotante dispuesto por el Estado.
Se trata de un sector con bellos paisajes y cabañas, que los turistas citadinos suelen alquilar para descansar, mientras muchos lugareños afrontan las inclemencias del lugar de forma cotidiana, sobre todo en invierno. En ese marco, la iniciativa impulsada por la Biblioteca Popular Santa Genoveva, con más de 60 años presente en la comunidad, brinda tareas sociales en una superficie de 940 kilómetros cuadrados de islotes.
«Palabras del agua»
«Cada año diseñamos un programa que implica recorridos, talleres a bordo o traslados de escritores y artistas, para visitar una escuela o participar de algún festival», cuenta Marisa Negri, otra integrante del grupo. «La primera vez que me subí a la Bibliolancha fue en el 2011. Me convocaron para coordinar un taller de poesía y me enamoré para siempre», agrega. Pero, no todo son libros: «Se desarrollan talleres de teatro, yoga, huerta, canotaje y diversos oficios isleños, como la cestería –fabricación de cestos– o el uso de la caña de bambú, característica de nuestro paisaje».

Negri, además de integrar la Comisión Directiva de la biblioteca, piensa proyectos y coordina un equipo de voluntarios para llevarlos a cabo. Entre 2016 y 2017, diseñaron un circuito con «una serie de actividades para hablar de la literatura y el río, e invitar a escribir a los chicos de las escuelas del Delta», repasa. «Para 2018, nacía nuestra editorial, Ediciones Genoveva, y nos propusimos llevar talleres de escritura y arte a los colegios para pensar junto a chicas y chicos los mitos de nuestra región». Este año, el recorrido se llama «Palabras del agua», donde «cada uno entrega un poco de su oficio y corazón en cada muelle», describe. La campaña durará desde julio hasta noviembre, e incluirá a los arroyos de la segunda y tercera sección del territorio, «llevando libros, música, teatro, narración oral, talleres de arte y propuestas de escritura».
Por otro lado, aunque esta embarcación no se proponga reemplazar a las escuelas, su hito más emocionante es el de enseñar a leer y escribir a personas que no tuvieron acceso a la escolarización. Uno de los ejemplos más gratificantes es el del vecino Ángel Otazo, quien se alfabetizó en la biblioteca y hasta logró editar sus propios poemas.
Lectura para sobrellevar la emergencia sanitaria
«La pandemia en las islas fue durísima», dice la entrevistada. «Las condiciones de aislamiento en las que ya vivíamos se potenciaron con la reducción del transporte público, el cierre de las escuelas y el desabastecimiento», completa. Sin embargo, mientras la Bibliolancha no tenía permiso para circular, se lanzó una red por WhatsApp donde se intercambiaron muchos textos para sobrellevar el encierro, de la cual participó también el grupo Huertas Isleñas. Ahora, con el transporte habilitado, se produce una fusión entre lectura y siembra.
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